Tubing by K. A. McKeagney

Tubing by K. A. McKeagney

autor:K. A. McKeagney
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Terror, Intriga, Novela
publicado: 2019-08-02T22:00:00+00:00


21

Hizo todo lo posible por volver a casa antes que Oliver. Quería darse una ducha rápida y meterse en la cama antes de que él regresara del entrenamiento de críquet. Cuando miró hacia la ventana de la sala desde la calle, vio que el apartamento estaba a oscuras.

—¡Sí! —murmuró, haciendo un gesto con el brazo al mismo tiempo. Cerró la puerta principal y soltó su bolso en el pasillo. Fue directo al baño, se quitó los tacones y encendió la luz. Se inclinó sobre la bañera y abrió el agua caliente de la ducha. De inmediato el baño se llenó de vapor. Se desabotonó la camisa rápidamente, se quitó el vestido por la cabeza y lo arrojó al suelo. Estaba en ropa interior, y se quitaba los pendientes cuando sintió que alguien la estaba observando.

Se dio la vuelta hacia la puerta. Era Oliver. Soltó un pequeño grito de sorpresa y se apoyó la mano en el pecho, asustada.

—¡Oliver! —exclamó—. No me di cuenta de que estabas en casa.

No sabía qué hora era, pero supuso que serían alrededor de las nueve de la noche. Podía ver las luces de la calle y los faros a través de la ventana de la sala. Oliver estaba apoyado sobre la puerta. La luz del baño iluminaba solo parte de su rostro, y parecía que su ojo izquierdo estuviera vacío y sus labios sobresalieran.

Él no respondió. Ella extendió la mano para buscar una toalla para taparse; de pronto, se sintió cohibida. El silencio de él la ponía nerviosa. Un par de segundos después, ella dijo:

—Voy a meterme en la ducha —y empujó la puerta del baño con la palma de la mano.

Él detuvo la puerta con el pie justo antes de que lo golpeara y esta rebotó suavemente. Dijo:

—Ven a la sala. Tenemos que hablar.

Polly tragó saliva. ¿Lo sabría? Se dejó llevar por el pánico.

De todos modos, no iba a hablar en ese preciso momento.

—Después hablamos —dijo ella, y empujó la puerta del baño con más fuerza.

—No, debemos hablar ahora.

—Estoy a punto de meterme en la ducha. Ahora no es momento. Tendrás que esperar.

Él sostuvo la puerta del baño y se mantuvo firme. Ella empujó con todas sus fuerzas. Pero la puerta no se movió.

—¡Oliver, diablos! —exclamó, sintiéndose impotente.

—Por favor, Polly, vayamos a la sala y hablemos.

Él la llamaba Polly solo cuando tenía que hablar de algo serio.

—Voy a tomar una ducha —dijo ella con mucha lentitud, como si él fuera retrasado o extranjero y no la comprendiera—. Tendrás que esperar —continuó.

—No —dijo él.

Ella comenzó a empujar la puerta otra vez. La toalla se le estaba soltando, así que tuvo que detenerse para volver a envolverse en ella.

—¡Ay, déjame tranquila, por favor! —exclamó finalmente, con la cara roja y jadeando por el esfuerzo.

Él la miró en silencio durante unos segundos más y luego dijo:

—Tu padre ha fallecido hace un rato.

La toalla cayó al suelo, y Polly se desplomó sobre ella.



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